Todo empezó hará 2 años….el 2008 con Nuri (mi pareja en aquel momento) decidimos marcharnos de vacaciones a Gambia y Senegal, nos hacía respeto, pero teníamos ganas de probar el continente africano.
Estuvimos 20 días aproximadamente…y si tuviéramos que resumir el viaje en una sola frase…posiblemente esta seria ” volveremos seguro,….pero no como turistas”, fueron muchas emociones nuevas, una cultura muy diferente, una vida diaria indescriptible,….pero todo visto desde el cielo, desde la realidad turística, en dos palabras….desde la realidad NO africana….
Lo mejor recuerdo de este viaje con mucha diferencia es sin duda un partido de fútbol que organizamos con casi todos los niños de un pueblecito de Gambia llamado Kanilai, nuestra pelota era de plástico….empezamos a pasear por el pueblo…y se nos empezaron “acoplar” niños….en 10 minutos teníamos alrededor de 60 niños y niñas de muchas edades, desde 3 añitos hasta 11-12 aproximadamente….pensamos que podríamos hacer un partido, y dicho y hecho….los padres salían fuera de casa a dejarnos sus bebés para que estuvieran con todos nosotros, y nos dirigimos todos hacia el campo de fútbol, al llegar estaba ocupado por unos niños más grandes, y no nos dejaron jugar…nos dirigimos hacia otro teórico campo de fútbol…era una explanada llena de hierbas, piedras, troncos, hierbas,…e incluso algún que otro cordero… si si…cordero… : y obviamente….porterías no había…busqué dos pares de troncos más o menos gordos….y los clavé a cada punta de campo… Hicimos creer a los niños que yo era un jugador importante en España y la verdad se que hacían bastante de caso, a partir de aquí empezamos a hacer los equipos, había tantos niños y niñas que quizás cada equipo estaba formado por 30 niños… los separamos más o menos, y empezó el partido, nosotros éramos 4 Tubabs, 2 chicas de Albacete, Nuri y yo, que hacía de jugador-arbitro….todos a salto de mata detrás una pelota, estuvimos jugando un buen rato, cierto que los más grandes quizás abusaban pero todos tenían una sonrisa de oreja a oreja….que sin duda es lo más gratificante….tengo grabado que en un momento de partido todos corriendo arriba y abajo, mientras los niños seguían jugando…me encontré tres niñas puestas en medio del campo….jugando con la arena del tierra…lógicamente…alguna balonazo recibieron…y Nuri apareció para separarlas….fue un momento inolvidable….mejor dicho…fue…el momento.
Desde entonces siempre he tenido la espinita clavada de hacer un viaje y el pasado noviembre me la pude sacar, ha sido un 2010 diferente….momentos buenos, momentos complicados, momentos diferentes, pero cuando me di cuenta que en Gerard había ido, enseguida le pregunté que tenía que hacer para poder ir, me comentó que era una ONG pequeñita llevada por su padre y el Any, pero cuando me enteré enseguida los pedí si los podría acompañar a su próximo viaje, inicialmente no tenían fechas exactas, pero una vez las tuvieron todo va venir rodado….era una motivación personal, y entre cenas, jornadas benéficas, y recogida de ropa….llegó el deseado 5 de noviembre, un viernes….maleta hecha, maleta de ropa hecha, hacia Barcelona a dormir…allá ya me esperaban Any y Albert, con una sonrisa de oreja a oreja….pues me habían ido explicando cosas, enseñado fotos, consejos, anécdotas,….Hicimos la última cena en tierras catalanas, a dormir temprano y al día siguiente hacia el aeropuerto, todo va salir rodado….ningún problema al embarque gracias a los contactos del Any, íbamos cargados con 16 maletas de 23 kg cada una, llenas de medicamentos, ropa para niños, nuestra ropa, algún peluche, papeles, dinero, y sobre todo sobre todo….ganas e ilusión al máximo.
Llegamos al aeropuerto de Dakar, allá las maletas aparecieron todas y pasamos por los controles sin problemas, Pape, Mamadou e Ibrahim ya nos esperaban, colas, stress, todo el mundo intentando hacer negocio, pero la experiencia de nuestros “jefes” lo ponía todo más fácil, todo eran consejos y buenas palabras para que todo saliera rodado puesto que hivamos con el cronómetro puesto para llegar al hotel para cenar algo.
Cargamos los 2 coches, una furgoneta de 9 plazas y un turismo, y salimos dirección el Lago Rosa, donde teníamos el hotel….y empieza la experiencia…
Éramos 6 participantes aparte de nuestros amigos senegaleses, y exceptuando la presidenta, el tesorero y yo, el resto de compañeros eran “novatos” en este maravilloso país, a pesar de que yo era cómo si lo fuera puesto que era un viaje, cuando menos, diferente.
Al día siguiente por la mañana empezamos la ruta, íbamos tan cargados que nos era imposible prácticamente cargar mucho nada, pero aún así durante los primeros días acabamos repartiendo sacos y comprándolos de 2 en 2.
Senegal es un país donde la palabra tiempo no existe, nunca puedes decir “Quedamos a las 11h”, es prácticamente un delito, puesto que siempre puede aparecer el sr. Murphy y cargarse los planes que tenías hechos, un control policial, el pinchazo de rueda, una caravana inesperada, unas obras improvisadas, un bache gigante a la carretera,….entre otros…
Las paradas….las realizábamos un poco a ojo, la experiencia del Any y el saber hacer de Albert, junto con la desgracia que la época de lluvias se había cargado muchas cosechas, hacía que cualquier parada fuera especial, diferente, eso sí, toda, absolutamente toda la gente nos abría las puertas de casa suya, nos daba el poco que tenían, incluso, alguna familia la cual no tenía nada para ofrecernos, nos cogían de las manos, y nos rezaban deseándonos lo mejor de lo mejor para cada uno de nosotros, un momento impactante, no entendíamos prácticamente nada, puesto que hablaban con wollof, o mandinga, o fulah, y a pesar de que en Mamadou nos traducía todo lo que podía, la buena fe que desprendían sus palabras eran mágicas, era un desprendimiento de alegría, y mira que tan sólo los “sacábamos” de uno apuro” hablando en plata, pero estaban más que agradecidos, los pequeños con su “cadeaux”, las mujeres de las familias contentísimas por el jabón y la ropa para los niños, y los padres de familia invitándonos siempre a volver para lo que nos pudiera hacer falta…
Después de reubicar todo el equipaje separando lo que iba a cada lugar, entre medicinas y clases de ropa, nos despedimos de Ibrahim que se volvía, y nos quedamos con la furgoneta cargados hasta arriba todavía. Al cuarto día marchamos dirección Dialacoto, personalmente para mí, el momento del viaje, la asociación está como agermanada con este pueblo, y la gente del pueblo nos esperaba, cuando llegamos el pueblo se ve, siento la expresión pero no he encontrado una de mejor, “la gente enloquece”, fue increíble, alucinante, cada vez que pienso se me pone la piel de gallina, una sensación de alegría desatada. Exceptuando a Anna y Albert no nos conocían, pero era igual, todo el mundo estaba feliz de vernos llegar, fue tal la emoción que no pude aguantarme, y si, lloré de alegría, con un nudo a la garganta que cada vez que me saludaba alguien no me dejaba tragar la saliva, hacía mucho tiempo que no veía una cosa así, y sólo por este momento TODO absolutamente TODO el viaje ha valido más que la pena, y sé que algún día volveré, no sé cuando, pero lo haré.
Podría alargarme explicando todo de cosas del resto del viaje, pasamos consulta unos días en Dialacoto, y en Tomboronkoto, con muchos problemas de niños con malaria, dolores de cabeza, depresiones, … repartimos más de 2000 kg de arroz, yo quería más, pero tampoco podíamos forzar y hacer ir mal la expedición, pastillas de jabón, acabamos las tropecientas bolsas de ropa que traíamos, y a pesar de que sabes que ellos son felices ni que sea temporalmente, te queda aquella sensación que nunca habría suficiente, pero te vuelves aquí y ves la gran suerte que hemos tenido al nacer aquí, o quizás no, quizás la suerte habría sido haber nacido allá, por qué allá, sin tener nada son felices, y tienen unos valores como la familia, el trabajo y el esfuerzo para salir adelante, que aquí a veces nos quejamos….porque no tenemos cobertura al móvil, o porque hoy no puedo ir a comer fuera….estoy contento, he aprendido mucho en este viaje y tan sólo puedo decir…GRACIAS!
El resto de detalles, turísticos, Tabasque, paradas puntuales, escuela, niños albinos, ya os las comentaremos con fotos, videos, o charlando un día con calma, y sino tenéis al Any y a Albert que son dos enfermos de Senegal que tienen un corazón tant grande que posiblemente se los cabría todo Senegal y parte de Gambia, que estarán encantados de responder cualquier pregunta y ver con la humildad que lo hacen, ellos no lo saben. Si cada cual de nosotros colaborases una milésima parte de lo que hacen ellos….todo sería más sencillo, y no sabríais la cantidad de sonrisas que conseguiríamos robar a los niños, que en este caso, posiblemente sean el motivo más reconfortante para seguir adelante.